UN CONTINENTE DE LUZ

Un “Continente de luz”, así definía en pocas palabras Antártica Oscar Pinochet de La Barra uno de los más brillantes intelectuales chilenos tras sus primeros viajes en la década de 1940 al continente blanco, en ese entonces siendo un joven abogado fue participe de la Primera Expedición Antártica Chilena a bordo del Transporte “Angamos”.

En su libro “La Antártica Chilena”, nos entrega diferentes antecedentes sobre los fundamentos jurídicos de nacionales en torno a su soberanía en el continente Blanco, sin embargo, su obra tiene un capítulo particular que hasta el día de hoy ilusiona a quienes quieren conocer un poco más de aquel inhóspito y maravilloso territorio, el cual título como “Emoción Antártica”.

En el mencionado capítulo del libro, su magistral pluma nos envuelve en un relato lleno de pasión, en efecto no escribe el abogado, sino que lo hace el hombre enamorado de aquel continente que representa un desafío y que de una u otra forma cambio su vida.

Al igual que muchos, la emoción de quienes se desplazan a aquel increíble y desolado territorio es para muchos indescriptible, siendo de una u otra forma un paréntesis dentro de un mundo interconectado, conflictivo y acelerado, Antártica es todo lo contrario.

Es de esta forma que este “Gigante de la Antártica”, como lo ha denominado el Doctor Gino Casassa actual director del Instituto Antártico Chileno, ha representado una visión de cómo hacer las cosas y de qué manera desarrollar nuevos desafíos que han llevado a superar pruebas que para otros parecían imposibles.

En 1947, cuando por primera vez Pinochet de la Barra visita el continente blanco, Chile construye su primera base antártica, a más de 75 años son diversas las bases y refugios nacionales que se han construido, al igual que una serie de otras bases de países que han visto en Antártica una oportunidad de exploración, desarrollo de la investigación y también un punto de encuentro y entendimiento particular.

Es de esta manera que, en plena Guerra Fría, funcionarios y servidores de distintos países del mundo establecieron relaciones humanas y de diplomacia informal estrechas y particulares, relativamente sin importar la contingencia política que se estaba desarrollando en el resto del mundo.

Esta particularidad conllevo el establecimiento necesario de un desarrollo de puertos y prestación de servicios, los cuales se han proyectado durante los años y que han consolidado a Chile como “una puerta de entrada” a Antártica, en donde Punta Arenas como “ciudad Antártica” cumple un rol fundamental para el desarrollo de distintas iniciativas, tanto desde el punto de vista marítimo como aéreo, siendo un punto clave en la prestación de servicios y desarrollo de industrias que pueden generar una proyección hacia el continente blanco, viendo más allá de las costas y proyectando un desarrollo sin precedentes.

Es de esta manera que, la emoción y pasión legada desde el pasado, va marcando el ritmo de nuestro presente y futuro, en donde va más allá del establecimiento de redes de servicio, sino asumir las particularidades de un territorio en donde la planificación y despliegue operacional debe considerar las condiciones extremas de la meteorología y las capacidades propias de los elementos materiales, así como el factor humano.

Las palabras de Oscar Pinochet de la Barra aún se mantienen vigentes, al igual que os desafíos planteados sobre un continente que marco su vida, pero que hoy representa un punto de encuentro y desarrollo para la humanidad, siendo esa “emoción antártica” la que ha marcado generaciones, viendo más allá del horizonte distintas opciones de desarrollo en el “Continente de luz”.