Actualmente vivimos en un mundo lleno de exigencias, donde el éxito es determinante en nuestras vidas. La competitividad y los múltiples requerimientos del medio, condicionan la intensidad de la rutina diaria. En este contexto, el trabajo se torna indispensable para lograr nuestras metas y objetivos, no obstante, también es la puerta de entrada a patologías mentales, detonadas por la competitividad e incertidumbre laboral, entre otras. Todo lo anterior genera diversos cuadros de estrés, que incluyen: trastornos de ansiedad, malestar psicoemocional, dolencias físicas, crisis de pánico, trastornos en el ritmo de alimentación, disminución en la eficiencia de procesos cognitivos, trastornos del sueño, enfermedades autoinmunes y trastornos del ánimo.
El Síndrome de Burnout también conocido como Síndrome de aniquilamiento o síndrome de estar quemado, implica un deterioro emocional o profesional en las personas. El psicólogo Herbert Freunderbender, acuña en 1974 el concepto de Burnout, y lo plantea como un agotamiento del personal. describiéndolo como “una sensación de fracaso y una existencia agotada o gastada, que resulta de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador”. Para Edelwich y Brodsky el Burnout se define como “una pérdida progresiva del idealismo, energía y motivos vividos, como resultado de las condiciones de trabajo”. En consecuencia, se torna de suma importancia poder implementar espacios de observación y diagnóstico, que permitan identificar a tiempo esta sintomatología para así hacer el proceso de reparación y recuperación que conllevará a la restauración de la vitalidad y la motivación por parte del trabajador.
Es mediante el trabajo, que las personas se incorporan a la sociedad y son reconocidos como tal; surge pertenencia al grupo. Conjuntamente el trabajo es protagonista en la construcción de la identidad, en el bienestar psicoemocional y la autorrealización del individuo junto a su grupo familiar. Seligmann-Silva en 1994 plantean que “ el trabajo, conforme la situación, tanto podrá fortalecer la salud mental cuanto podrá llevarlo a disturbios que se expresarán colectivamente en términos psicosociales y/o individuales, en manifestaciones psicosomáticas o psiquiátricas. Por tanto, el primer paso es promover una buena comunicación entre líderes y colaboradores en función de crear espacios de reflexión y confianza que permitan identificar a tiempo la desmejora del trabajador y trabajadora y no en etapas agudas donde el síndrome o trastorno esté avanzado y requiera tratamiento farmacológico o descanso prolongado para la recuperación de la salud mental, física y emocional de la persona. David Garrote, experto en psicología organizacional plantea que” el 70% de quienes se sienten apoyados por sus jefes, tienen menos probabilidades de quemarse en el trabajo” Según el último informe emitido de la plataforma Wellhub, refiere que “cerca de 99% de los líderes de RRHH que hacen seguimiento a los ´programas de bienestar de sus organizaciones, observan un aumento significativo en la productividad de sus colaboradores”.
Las organizaciones marítimas y portuarias no están exentas de estas problemáticas. La rutina que debe enfrentar la gente de mar es exigente y demandante. Los trabajadores se exponen al ruido constante y a largas jornadas de trabajo, a estar tiempo alejados de su familia y cercanos, a estar incomunicados en periodos de alta mar y a convivir con personas de diversas culturas; sin considerar el lidiar con los riesgos mismos que significa navegar en la inmensidad del océano. Todo lo anterior confluye en el riesgo de deterioro psicoemocional donde puede aparecer sintomatología como ostracismo, agotamiento físico, trastornos del sueño, depresión, ansiedad, desregulación de los impulsos y labilidad emocional, entre otras. Conjuntamente tenemos a los trabajadores portuarios, que vienen a complementar a la gente de mar, donde a pesar de estar en tierra, se ven expuestos a diversas exigencias dada la naturaleza de sus funciones. Aquí los y las trabajadoras están sometidas a largas jornadas de trabajo, generalmente con la modalidad de turnos, con protocolos rígidos y exigencias de maniobras de atención y concentración elevada para evitar accidentes.
En función de lo anterior, promover el bienestar psicoemocional de los trabajadores se vuelve indispensable, así como también poder identificar con claridad la raíz del problema y ser agente de cambio, con una actitud genuina y empática por parte de quienes lideran grupos humanos. Todo lo anterior fortaleciendo espacios seguros que inspiren confianza, consciencia y contención para dialogar e innovar en propuestas que apunten en la mejora de todo el personal involucrado y a la evolución exitosa de una organización que pueda mirarse y trabajar de forma circular, independiente de las jerarquías de los distintos estamentos.

Psicóloga
Consultora Senior